Un hombre con lepra se acercó a él y le rogó en su rodillas, «Si estás dispuesto, puedes limpiarme». Jesús estaba indignado. Extendió la mano y lo tocó a el. «Estoy dispuesto», dijo. «¡Sé limpio!» —Marcos 1:40-41

En el mundo antiguo, los leprosos eran despreciados. Nadie fue tratado con más desdén y rechazo que esté tipo de enfermos. No podían ir al templo debido al riesgo de infectar a otros. Estaban aislados de la familia. Ellos tenía que permanecer a distancia de los demás, gritando: «¡Impuro!» si los veían que se acercaban. Se dice que los rabinos no se acercarían más de seis pies de un leproso.
El leproso en el evangelio de Marcos rompe el código y se acerca a el rabino Jesús. Puedes imaginar a la multitud murmurando. Y mientras la Escritura dice que Jesús estaba «indignado», está claro que la indignación no estaba dirigida a la audacia del leproso, sino a la condición que sufrió. Y luego, con la multitud mirando, Jesús tocó al leproso.
Hubiera sido fácil sanar al hombre desde la distancia y luego invitarlo más cerca. Aún más, Jesús podría haber despedido al leproso por no seguir las reglas del protocolo de salubridad para evitar contagios. En cambio, Jesús dijo: «Estoy dispuesto», y tocó al hombre.
¿Hay algo que te mantenga a distancia de Jesús? ¿Te preocupa lo que pueda pasar si te acercas? ¿Estás paralizado por lo que la multitud podría pensar?
Hemos estado guardando por mucho tiempo el protocolo de distancia por el COVID.19, y ha sido necesario; pero a la vez nos hemos tenido que acercar poco a poco a la nueva realidad.
Lo que sea que nos haya manteniéndote alejado de él, debes saber que él solo quiere ofrecerte una nueva realidad de vida, su compasión amorosa y su toque sanador.
Dios, hoy creo que estás dispuesto a sanarme. Permite que mi mente racional se sujete a tu compasión sanadora sobrenatural y me rinda en confianza a tu toque de vida. En el área que necesito tu cercanía en mi, voy a ti ahora en fe, no importando mis temores o lo que otros murmuren. Se que por tu gran amor, tu deseo de extender tu mano hacia mí y decir: «¡Sé limpio!» está ocurriendo ahora mismo. Gracias mi Señor por tu cercanía y por tu sanidad física, sea instantánea, gradual o reconstructiva. Gracias por tocarme muy profundo en mi interior y tratar con mi alma hoy, restaurando mi corazón herido. Amén.
Amén ay veces que uno pone mil excusas para no acercarse a Dios porque eso es lo que es puras excusas. Yo siempre le pido a Dios que trabaje por mi en cualquier impedimento que se me pone enfrente
Me gustaMe gusta