Pentecostes: Apacibles y tranquilos?

  1. El viento y el fuego en Pentecostés fueron apacibles y tranquilos.
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  1. ¿Recuerda esto? Llámalo una preparación previa a Pentecostés:
  2. Jesús le respondió: Los que me aman, mi palabra guardarán, y mi Padre los amará, y vendremos a ellos, y haremos morada con ellos. El que no me ama, no guarda mis palabras, y la palabra que tú oir no es mío, sino del Padre que me envió. Yo os he dicho estas cosas estando todavía con vosotros. Pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y Os recuerdo todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy. Yo no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. – Juan 14:23-27 NVI
  3. En este escenario de Pentecostés el fuego y el viento fueron apacibles. Llámalo un Pentecostés más tranquilo:
  4. Cuando llegó la tarde de aquel día, el primero de la semana, y las puertas de la casa donde se habían reunido los discípulos estaban cerradas por temor a los judíos, Jesús se acercó y se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con vosotros». Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «La paz sea con vosotros. Como me envió el Padre, así os envío yo». Habiendo dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retuviereis, les quedan retenidos. – Juan 20:19-23 NVI
  5. Dos expresiones, o más bien la misma palabra dos veces: paz. “La paz contigo”. «La paz sea con vosotros.» Realmente suena igual, no hay mucho que distinguir entre ellos, excepto la vida y la muerte. 
  6. El primero estaba en el umbral de la muerte mostrando sus heridas. El segundo fue a la luz deslumbrante de la Resurrección. Eso fue lo que los separó estas dos palabras: el último suspiro. «Él respiró por última vez», dice Lucas en el drama de aquella noche fatídica en la cruz de viernes santo. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
  7.  Él no lo habló; lo lloró, dice Lucas. En voz alta, una voz ahogada por el dolor, una voz que jadeaba por el aliento que no saldría debido a la asfixia causada por estar colgado en una cruz, de alguna manera en agonía, se empujó hacia arriba sobre la estaca que le atravesó los pies, esforzándose. Aquellos dos clavos a través de sus manos, para que pudiera recuperar el aliento y gritar en voz alta. Entonces, dice Lucas, respiró por última vez.

Enseñanza.

  1. Nosotros estamos a veces así, suspirando como si fuera lo último, lo peor, el abismo, la falta de esperanza, como si el cielo se cerrara. Pero no es así, hay un nuevo respirar. Hay un esfuerzo a pesar de las estacas, los clavos, la falta de aliento. Ud puede suspirar y aspirar a levantar su voz, tomar fuerzas y seguir cuesta arriba con su cruz pero con paz que Dios esta con usted.
  2. Lo deseas hacer. Vamos Jesús, lo hizo y salió adelante, traspaso aquellas paredes y llego a sus discípulos herméticos, encerrados con miedo al futuro.
  3. Jesús volvió a respirar resucitado. Y les visito allí desesperanzados como espíritu y en cuerpo palpable para decirles. Vamos a respirar un poco más. “La paz sea con vosotros”, les susurró. 
  4. ¿Que se respira ahora? Se respira paz. Recibe el Espíritu Santo. El Espíritu lo encomendó a Dios. El Espíritu nos lo devolvió, a Jesus, triunfando en la cruz victorios, en un soplo, la paz eterna apasible y serena fue ganada por El para ti y para mi.

 Oración. Dile al Espiritu Santo como la cancion…Sopla en mi. «Ayer ya paso, necesito hoy… » Sopla sobre mí, tu soplo Dios, lléname de vida nueva, para que pueda amar lo que tú amas y hacer lo que tú quieres. … Sopla sobre mí el aliento de Dios hasta que sea completamente tuyo, hasta que toda esta cruz en esta vida y temporada terrenal de mí, brille con el fuego divino. Amen.

Gracias por las madres

madre
nombre femenino
Una persona que hace el trabajo de 20. Sin costo.  (Ver también: ‘santa’)

Es divertido repasar varias definiciones del término “madre”. Milton Berle dijo: “Si la evolución fuera cierta, ¿cómo es que las madres solo tienen dos manos?”Phyllis Diller dijo: “Quiero que mis hijos tengan todas las cosas que yo no pude pagar. Entonces quiero mudarme con ellos”. Betty White dijo: “No es fácil ser mamá. Si fuera fácil, los padres lo harían”.

Sin duda, una de mis mayores bendiciones es mi madre. Ella es mi mejor animadora, mi mayor defensora, una consejera llena de compasión y mi ejemplo constante de amor incondicional. ¿No es maravilloso que Dios haya creado a las mamás?

Las madres quieren que seamos felices saludables, seguras y llenas de buen carácter y valores. Más que nada, las mamás que creen en Jesús desean que sus hijos también conozcan, amen y sigan a Jesús.

Jesús también amaba a su madre terrenal. Cuando estaba muriendo en la cruz por ti y por mí, su madre no dejó su lado. Afortunadamente, la Biblia no entra en ningún detalle con respecto a lo que estaba pasando María cuando vio cómo crucificaban a su hijo. Es imposible imaginar el trauma.

Jesús miró a su mamá y le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego miró a su amigo cercano y discípulo, Juan, y dijo: “Aquí está tu madre” (ver Juan 19:26-27). El entendimiento claro es que Jesús le dijo a Juan que cuidara de María después de su muerte y, a partir de ese momento, Juan la acogió en su casa.

Leí un artículo que explica que “se puede extraer un significado simbólico de las palabras de Jesús a su madre”. Continuó explicando que “establecer la familia de Dios estaba en el corazón de la misión y el ministerio de Cristo. A través de la relación con Jesucristo, los creyentes se convierten en miembros de una nueva familia (Juan 1:12). A medida que el Señor completó Su ministerio terrenal, Sus palabras a María y Juan fueron profundamente ilustrativas del nacimiento de la nueva familia de Dios al pie de la cruz”

Señor bendice con las vida a nuestras madres y danos el recuerdo más grato por aquellas que nos dejaron la huella increíble de amor materno. Amén

Tomado de LOGOI, Les Thomson

Riesgos de la Avaricia

La avaricia y la pereza son dos peligrosos obstáculos que pueden afectar seriamente nuestra vida y nuestras finanzas. Ambas actitudes pueden ser dañinas y llevarnos a sufrir consecuencias negativas a largo plazo.

A continuación, explicaré los riesgos de la avaricia y la pereza, y cómo la Biblia nos enseña a evitar estos peligros…

Riesgos de la avaricia

La avaricia es el deseo excesivo de riqueza o posesiones materiales. Esta actitud nos hace centrarnos en el dinero y en lo que podemos obtener de él, en lugar de enfocarnos en el bienestar de los demás y en el propósito de nuestra vida. Algunos riesgos de la avaricia son:

  1. Insatisfacción constante: La avaricia puede hacernos sentir insatisfechos y nunca conformes con lo que tenemos, siempre queriendo más y más. Esto puede llevar a la infelicidad y la insatisfacción crónica.
  2. Deuda y gasto excesivo: El deseo constante de obtener más riqueza puede llevar a un gasto excesivo y a la acumulación de deudas. La avaricia puede hacer que nos endeudemos en exceso para comprar cosas que no necesitamos y, por lo tanto, no podemos pagar.
  3. Conflictos interpersonales: La avaricia puede crear conflictos y tensiones en las relaciones interpersonales. Si alguien es avaricioso, puede intentar engañar a otros para obtener más dinero o bienes materiales, lo que puede llevar a la pérdida de confianza y el deterioro de las relaciones.
  4. Falta de generosidad: La avaricia puede llevar a la falta de generosidad y de compartir lo que tenemos con los demás. Esto puede ser perjudicial para nuestras relaciones y para nuestra vida espiritual.

La Biblia nos enseña que la avaricia es un pecado. En Lucas 12:15, Jesús nos advierte: «Estad alerta y guardaos de toda avaricia, porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus posesiones».

También en Hebreos 13:5, se nos dice que debemos estar contentos con lo que tenemos y no ser avariciosos.

En el Antiguo Testamento, el libro de Proverbios también nos advierte sobre los peligros de la avaricia y nos enseña a buscar la sabiduría divina en lugar de buscar la riqueza.

Así que estemos sensibles a medir nuestras expectativas de crecimiento material con el filtro de la Palabra de Dios.

Peligros de teología prosperidad

La idea de que Dios premia a los creyentes con bendiciones económicas es una interpretación de la Biblia que ha sido popular en algunos círculos cristianos, especialmente en el movimiento de la «teología de la prosperidad». Sin embargo, esta interpretación no es universalmente aceptada y ha sido objeto de controversia entre los estudiosos bíblicos y teólogos.

En la Biblia, hay muchos pasajes que hablan sobre la provisión de Dios para sus hijos y sobre su capacidad para proveer para sus necesidades. Por ejemplo:

  • «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33).

Este pasaje habla de la importancia de buscar primero el reino de Dios y su justicia, y promete que Dios proveerá todas las cosas necesarias para la vida.

  • «Mi Dios proveerá a todas sus necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19).

Este pasaje también habla de la provisión de Dios para sus hijos y su capacidad para proveer todas las necesidades.

Sin embargo, la idea de que Dios bendice a los creyentes con riquezas y prosperidad económica como una recompensa por su fe no es una enseñanza bíblica clara o universalmente aceptada. De hecho, la Biblia a menudo habla de los peligros del amor al dinero y la riqueza, y la importancia de no poner nuestra confianza en las cosas materiales.

  • «Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado a sí mismos muchos sufrimientos» (1 Timoteo 6:10).

Este pasaje advierte sobre los peligros del amor al dinero y la codicia, que pueden llevar a la gente a desviarse de la fe y causarse sufrimiento.

En resumen, aunque hay muchos pasajes en la Biblia que hablan de la provisión de Dios para sus hijos, la idea de que Dios bendice a los creyentes con riquezas y prosperidad económica como una recompensa por su fe no es una enseñanza bíblica clara o universalmente aceptada. Además, la Biblia también advierte sobre los peligros del amor al dinero y la importancia de no poner nuestra confianza en las cosas materiales.

Caridad y generosidad

Sí, la Biblia fomenta la caridad y la generosidad como prácticas financieras para los cristianos.

En muchos pasajes de la Biblia se habla de la importancia de compartir con los necesitados y de dar a los demás. Aquí hay algunos ejemplos:

  • «Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes» (Lucas 6:38).​

Este pasaje habla de la importancia de dar a los demás, prometiendo que aquellos que dan recibirán en abundancia.

  • «Cada uno dé según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9:7).

Este pasaje habla de la importancia de dar con alegría y voluntariamente, en lugar de hacerlo por obligación o resentimiento.

  • «Si tienes dos túnicas, da una al que no tiene ninguna. Y si alguien te quita la capa, no se la retengas» (Lucas 3:11).

Este pasaje habla de la importancia de compartir con los necesitados, y de no aferrarse a las posesiones materiales.

  • «Pero dad limosna de lo que está dentro, y he aquí todo os será limpio» (Lucas 11:41).

Este pasaje habla de la importancia de la generosidad, que purifica el corazón del creyente.

La caridad y la generosidad son temas importantes en la Biblia, y se presentan como una forma de amar a los demás y de poner en práctica los valores cristianos. La generosidad no solo es vista como una práctica financiera, sino también como una forma de servir a los demás y de hacer el bien en el mundo.

Dispuestos a compartir

La Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales.

Sin embargo, sí enseña que los cristianos deben ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tienen con los demás, especialmente con los menos afortunados. También enseña que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden ser una trampa espiritual y alejarnos de Dios.

A continuación, se presentan algunos pasajes bíblicos que abordan este tema:

  • «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:19-21).

Este pasaje no condena la posesión de riquezas en sí mismas, sino que nos advierte sobre el peligro de poner nuestra confianza en ellas. En lugar de acumular tesoros en la tierra, se nos llama a buscar tesoros en el cielo, es decir, a invertir en cosas que perduren más allá de esta vida, como el amor, la justicia y la bondad.

  • «Vendan sus bienes y den a los necesitados. Háganse bolsas que no se desgasten, un tesoro en el cielo que no se agote, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que destruya. Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón» (Lucas 12:33-34).

Este pasaje no es una orden para que todos los cristianos vendan todas sus posesiones y vivan en la pobreza. En cambio, se refiere a una situación específica en la que Jesús hablaba con un hombre rico que estaba confiando en sus posesiones materiales para su seguridad. Jesús le estaba diciendo que deshiciera su dependencia de las riquezas y que se preocupara por los pobres y necesitados.

  • «No amemos solamente de palabra sino también de hecho y verdad» (1 Juan 3:18).

Este pasaje nos llama a demostrar nuestro amor por los demás a través de acciones concretas, como compartir lo que tenemos con aquellos que lo necesitan.

En resumen, la Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales. Sin embargo, sí enseña que debemos ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tenemos con los demás, y que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden alejarnos de Dios.

Es hoy dar el diezmo Bíblico?

Sí, la Biblia defiende el diezmo y la ofrenda como una práctica financiera para los cristianos. El diezmo es una décima parte de los ingresos que se da a la iglesia, mientras que la ofrenda se refiere a cualquier cantidad adicional que se da por encima del diezmo. Estas prácticas se originaron en el Antiguo Testamento y fueron enseñadas y practicadas por Jesús y los primeros cristianos.

Algunos pasajes bíblicos que defienden el diezmo y la ofrenda son los siguientes:

  • «Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde» (Malaquías 3:10).

  • «Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes» (Lucas 6:38).

  • «Honren al Señor con sus riquezas y con los primeros frutos de todo su cultivo; entonces sus graneros estarán completamente llenos, y sus toneles rebosarán de vino nuevo» (Proverbios 3:9-10).

  • «Así que, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31).

Estos y otros pasajes enseñan que el diezmo y la ofrenda son una forma de honrar a Dios y de mostrar gratitud por sus bendiciones. También se consideran una forma de apoyar el trabajo de la iglesia y de ayudar a los necesitados. Sin embargo, es importante recordar que la motivación detrás del diezmo y la ofrenda debe ser amor y gratitud a Dios, no la expectativa de recibir una recompensa material a cambio.

En resumen, el diezmo y la ofrenda son enseñados y practicados en la Biblia como una forma de honrar a Dios y de apoyar el trabajo de la iglesia. Si bien no son obligatorios, son una forma de demostrar amor y gratitud a Dios y de contribuir a su obra en el mundo.

Advertencia Vs Condenar riquezas

La Biblia tiene una actitud de advertencia y equilibrada hacia las riquezas materiales y el dinero.

Por un lado, reconoce que el dinero y las posesiones materiales son necesarios para la vida cotidiana y que pueden ser una bendición de Dios. Por otro lado, la Biblia también advierte que la búsqueda excesiva de riquezas puede llevar a la codicia, la opresión y otros pecados.

Algunas enseñanzas bíblicas sobre el dinero y las riquezas materiales incluyen:

El amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:10).

No se puede servir a Dios y al dinero (Mateo 6:24).

No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, sino acumulen tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20).

El que no trabaja, que no coma (2 Tesalonicenses 3:10).

Es más bienaventurado dar que recibir (Hechos 20:35).

El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra abundantemente, también segará abundantemente (2 Corintios 9:6).

En resumen, la Biblia no condena el dinero y las riquezas materiales en sí mismos, pero sí advierte contra la codicia, la opresión y la búsqueda excesiva de riquezas. La actitud correcta hacia el dinero y las posesiones es reconocer que son una bendición de Dios y usarlos de manera sabia y generosa, para glorificar a Dios y ayudar a los demás.

Finanzas Vs Fe

La Biblia habla de finanzas y la fe? Si la Biblia contiene numerosas enseñanzas sobre el dinero, la riqueza y la fe, pero no promete explícitamente prosperidad financiera a aquellos que tienen fe.

Si bien hay pasajes en la Biblia que hablan sobre la bendición material que puede seguir a la obediencia a Dios, también hay muchas advertencias sobre los peligros de la codicia y la búsqueda excesiva de riqueza.

Por ejemplo, en Mateo 6:19-21, Jesús dice: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». Este pasaje sugiere que la búsqueda excesiva de riqueza terrenal no es la forma en que Dios quiere que vivamos nuestras vidas.

Además, en 1 Timoteo 6:10, se dice que «el amor al dinero es la raíz de todos los males». Este pasaje sugiere que la búsqueda excesiva de riqueza puede llevar a la codicia, la deshonestidad y otros pecados.

En resumen, mientras que la Biblia enseña que la obediencia a Dios y la fe pueden ser recompensadas de diversas maneras, incluyendo bendiciones materiales, la promesa de prosperidad financiera a aquellos que tienen fe es una interpretación simplista y errónea de la enseñanza bíblica sobre el dinero y la fe.

Dispuestos a compartir

La Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales.

Sin embargo, sí enseña que los cristianos deben ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tienen con los demás, especialmente con los menos afortunados. También enseña que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden ser una trampa espiritual y alejarnos de Dios.

A continuación, se presentan algunos pasajes bíblicos que abordan este tema:

  • «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:19-21).

Este pasaje no condena la posesión de riquezas en sí mismas, sino que nos advierte sobre el peligro de poner nuestra confianza en ellas. En lugar de acumular tesoros en la tierra, se nos llama a buscar tesoros en el cielo, es decir, a invertir en cosas que perduren más allá de esta vida, como el amor, la justicia y la bondad.

  • «Vendan sus bienes y den a los necesitados. Háganse bolsas que no se desgasten, un tesoro en el cielo que no se agote, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que destruya. Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón» (Lucas 12:33-34).

Este pasaje no es una orden para que todos los cristianos vendan todas sus posesiones y vivan en la pobreza. En cambio, se refiere a una situación específica en la que Jesús hablaba con un hombre rico que estaba confiando en sus posesiones materiales para su seguridad. Jesús le estaba diciendo que deshiciera su dependencia de las riquezas y que se preocupara por los pobres y necesitados.

  • «No amemos solamente de palabra sino también de hecho y verdad» (1 Juan 3:18).

Este pasaje nos llama a demostrar nuestro amor por los demás a través de acciones concretas, como compartir lo que tenemos con aquellos que lo necesitan.

En resumen, la Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales. Sin embargo, sí enseña que debemos ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tenemos con los demás, y que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden alejarnos de Dios.

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