- El viento y el fuego en Pentecostés fueron apacibles y tranquilos.

- ¿Recuerda esto? Llámalo una preparación previa a Pentecostés:
- Jesús le respondió: Los que me aman, mi palabra guardarán, y mi Padre los amará, y vendremos a ellos, y haremos morada con ellos. El que no me ama, no guarda mis palabras, y la palabra que tú oir no es mío, sino del Padre que me envió. Yo os he dicho estas cosas estando todavía con vosotros. Pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo, y Os recuerdo todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy. Yo no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. – Juan 14:23-27 NVI
- En este escenario de Pentecostés el fuego y el viento fueron apacibles. Llámalo un Pentecostés más tranquilo:
- Cuando llegó la tarde de aquel día, el primero de la semana, y las puertas de la casa donde se habían reunido los discípulos estaban cerradas por temor a los judíos, Jesús se acercó y se puso en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con vosotros». Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «La paz sea con vosotros. Como me envió el Padre, así os envío yo». Habiendo dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retuviereis, les quedan retenidos. – Juan 20:19-23 NVI
- Dos expresiones, o más bien la misma palabra dos veces: paz. “La paz contigo”. «La paz sea con vosotros.» Realmente suena igual, no hay mucho que distinguir entre ellos, excepto la vida y la muerte.
- El primero estaba en el umbral de la muerte mostrando sus heridas. El segundo fue a la luz deslumbrante de la Resurrección. Eso fue lo que los separó estas dos palabras: el último suspiro. «Él respiró por última vez», dice Lucas en el drama de aquella noche fatídica en la cruz de viernes santo. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
- Él no lo habló; lo lloró, dice Lucas. En voz alta, una voz ahogada por el dolor, una voz que jadeaba por el aliento que no saldría debido a la asfixia causada por estar colgado en una cruz, de alguna manera en agonía, se empujó hacia arriba sobre la estaca que le atravesó los pies, esforzándose. Aquellos dos clavos a través de sus manos, para que pudiera recuperar el aliento y gritar en voz alta. Entonces, dice Lucas, respiró por última vez.
Enseñanza.
- Nosotros estamos a veces así, suspirando como si fuera lo último, lo peor, el abismo, la falta de esperanza, como si el cielo se cerrara. Pero no es así, hay un nuevo respirar. Hay un esfuerzo a pesar de las estacas, los clavos, la falta de aliento. Ud puede suspirar y aspirar a levantar su voz, tomar fuerzas y seguir cuesta arriba con su cruz pero con paz que Dios esta con usted.
- Lo deseas hacer. Vamos Jesús, lo hizo y salió adelante, traspaso aquellas paredes y llego a sus discípulos herméticos, encerrados con miedo al futuro.
- Jesús volvió a respirar resucitado. Y les visito allí desesperanzados como espíritu y en cuerpo palpable para decirles. Vamos a respirar un poco más. “La paz sea con vosotros”, les susurró.
- ¿Que se respira ahora? Se respira paz. Recibe el Espíritu Santo. El Espíritu lo encomendó a Dios. El Espíritu nos lo devolvió, a Jesus, triunfando en la cruz victorios, en un soplo, la paz eterna apasible y serena fue ganada por El para ti y para mi.
Oración. Dile al Espiritu Santo como la cancion…Sopla en mi. «Ayer ya paso, necesito hoy… » Sopla sobre mí, tu soplo Dios, lléname de vida nueva, para que pueda amar lo que tú amas y hacer lo que tú quieres. … Sopla sobre mí el aliento de Dios hasta que sea completamente tuyo, hasta que toda esta cruz en esta vida y temporada terrenal de mí, brille con el fuego divino. Amen.