OCULTAMIENTO

Entonces el hombre y su esposa escucharon el sonido del Señor. Dios mientras caminaba en el jardín en el fresco de la día, y se escondieron del SEÑOR Dios entre los árboles del jardín. —Génesis 3:8

No dejamos de jugar al escondite cuando somos muchachos más jóvenes. Seguimos jugando hasta la edad adulta, aunque lo que está en juego cambia y ya no es divertido.

Cuando alguien con el que tenemos un conflicto no resuelto, o no es momento de saludar a un conocido que vemos con el “rabito del ojo” en los pasillos de una tienda. Y volamos por el otro lado del supermercado hasta quedar fuera de la vista. Cuando nuestro jefe nos pregunta cómo avanza el «gran proyecto», y miramos hacia abajo. Los hombres con sus autos comprándole cosas para decorar o mejorar. No queremos que nuestro cónyuge o hijos vean las caras llantas nuevas que compramos para el auto y guardamos el auto rápido en el parqueo. Y que de la mujeres con sus compras para decorar la casa, etc lo saben, te criticarán o rechazarán».

¿Por qué hacemos esto? La respuesta de la Biblia es la vergüenza. Lo qué pasa es que nos avergonzamos de nosotros mismos, y no queremos que otros vean lo que realmente está pasando. A menudo hay algo parecido a una banda sonora repitiendo en nuestra cabeza, diciendo: «No te amarán si lo saben, te criticarán o rechazarán».

La forma de ser saludable es dejar de esconderse. Sólo cuando salimos desde detrás de los arbustos asestamos un golpe fatal a la vergüenza. Y ¿de dónde podemos tener el valor o coraje de confesar? Viene del honesto reconocimiento de que Dios ya nos conoce por dentro y por fuera y que todavía nos ama como somos. El coraje viene de conocer el amor eterno de Dios, y que se expresó más claramente en la cruz.

Padre, dame la fuerza para dar un paso desde atrás y salir con valor desde los lugares, pensamientos, posturas, acciones, situaciones, defectos, complejos, etc donde me escondo por vergüenza. Quiero ser honesto conmigo, quiero ser libre y quiero de tu gracias. Para esto dame fuerzas. Amén