Sí, la Biblia defiende el diezmo y la ofrenda como una práctica financiera para los cristianos. El diezmo es una décima parte de los ingresos que se da a la iglesia, mientras que la ofrenda se refiere a cualquier cantidad adicional que se da por encima del diezmo. Estas prácticas se originaron en el Antiguo Testamento y fueron enseñadas y practicadas por Jesús y los primeros cristianos.

Algunos pasajes bíblicos que defienden el diezmo y la ofrenda son los siguientes:
- «Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde» (Malaquías 3:10).
- «Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes» (Lucas 6:38).
- «Honren al Señor con sus riquezas y con los primeros frutos de todo su cultivo; entonces sus graneros estarán completamente llenos, y sus toneles rebosarán de vino nuevo» (Proverbios 3:9-10).
- «Así que, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31).
Estos y otros pasajes enseñan que el diezmo y la ofrenda son una forma de honrar a Dios y de mostrar gratitud por sus bendiciones. También se consideran una forma de apoyar el trabajo de la iglesia y de ayudar a los necesitados. Sin embargo, es importante recordar que la motivación detrás del diezmo y la ofrenda debe ser amor y gratitud a Dios, no la expectativa de recibir una recompensa material a cambio.
En resumen, el diezmo y la ofrenda son enseñados y practicados en la Biblia como una forma de honrar a Dios y de apoyar el trabajo de la iglesia. Si bien no son obligatorios, son una forma de demostrar amor y gratitud a Dios y de contribuir a su obra en el mundo.