Dispuestos a compartir

La Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales.

Sin embargo, sí enseña que los cristianos deben ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tienen con los demás, especialmente con los menos afortunados. También enseña que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden ser una trampa espiritual y alejarnos de Dios.

A continuación, se presentan algunos pasajes bíblicos que abordan este tema:

  • «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:19-21).

Este pasaje no condena la posesión de riquezas en sí mismas, sino que nos advierte sobre el peligro de poner nuestra confianza en ellas. En lugar de acumular tesoros en la tierra, se nos llama a buscar tesoros en el cielo, es decir, a invertir en cosas que perduren más allá de esta vida, como el amor, la justicia y la bondad.

  • «Vendan sus bienes y den a los necesitados. Háganse bolsas que no se desgasten, un tesoro en el cielo que no se agote, donde no hay ladrón que se acerque ni polilla que destruya. Porque donde esté su tesoro, allí estará también su corazón» (Lucas 12:33-34).

Este pasaje no es una orden para que todos los cristianos vendan todas sus posesiones y vivan en la pobreza. En cambio, se refiere a una situación específica en la que Jesús hablaba con un hombre rico que estaba confiando en sus posesiones materiales para su seguridad. Jesús le estaba diciendo que deshiciera su dependencia de las riquezas y que se preocupara por los pobres y necesitados.

  • «No amemos solamente de palabra sino también de hecho y verdad» (1 Juan 3:18).

Este pasaje nos llama a demostrar nuestro amor por los demás a través de acciones concretas, como compartir lo que tenemos con aquellos que lo necesitan.

En resumen, la Biblia no enseña que los cristianos deban vivir en pobreza voluntaria o renunciar a todas sus posesiones materiales. Sin embargo, sí enseña que debemos ser generosos y estar dispuestos a compartir lo que tenemos con los demás, y que el amor al dinero y la búsqueda obsesiva de riquezas pueden alejarnos de Dios.

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