LA RIQUEZA EN CRISTO

Vosotros sabéis cuán lleno de amor y bondad estaba nuestro Señor Jesús: aunque era muy rico, sin embargo, para ayudarnos se hizo muy pobre, para que siendo pobre nos pudiera enriquecer. 2 CORINTIOS 8:9 TPT

¿Cómo ves la riqueza de Cristo en tu vida hoy?

No podemos imaginarnos un rey en todo su esplendor y riqueza, lleno de comodidad y abundante en poder como lo fue Cristo en el cielo.

Podemos hacer todo lo posible para imaginar el reino terrenal más majestuoso, y luego asumir que lo multiplicaríamos por un millón. Esto es lo que dejó Cristo cuando vino a habitar entre nosotros.

Nació de padres que se desplazaban en movimiento por pueblos, inmigrantes, y sin ser propietario de una casa. Cuando terminó con su vida, ni siquiera tenía medios económicos para cuidar a su madre; tuvo que encomendársela a Juan.

Jesús era el epítome de los pobres. Él hizo esto para permanecer contigo. No para entregarnos una variedad de riquezas terrenales, que se enmohecen y se desvanecen, sino para sacarnos de nuestra condición distante de su Gracia, lavarnos y darnos un manto de justicia.

Eres rico en todos los sentidos de la palabra. Todo lo que tiene el Rey es tuyo. Sus promesas de provisión son abundantes.

Mira este pasaje de 2 Pedro 1:3 y disfrutemos de esta confianza.
“Pues su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,…”

¡Dios, gracias por todas las formas en que me has bendecido ricamente!

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