Tengan en cuenta las faltas de los demás y perdonen a cualquiera que los ofenda. Recuerda, el Señor te perdonó, así que debes perdonar a los demás. -Colosenses 3:13 NTV

El perdón y la gracia son cosas poderosas. Junto con el amor, probablemente podrían solucionar casi cualquier problema en cualquier parte del mundo.
Eso suena como una declaración audaz, ¿no? Considere una situación en su vida o con su familia y los que le rodean. Si acudieras a alguien de tu familia y le pidieras perdón o le concedieras perdón, ¿qué pasaría? ¿Cómo cambiaría la sensación en su hogar?
Cuando el apóstol Pablo usa la palabra “consideren”, o sea has una concesión, suena como una directiva para esperar fallas y errores. Él se da cuenta de la naturaleza de la iglesia y las relaciones y cuán complicadas pueden ser incluso nuestras relaciones con nuestros hijos, esposos y esposas, compañeros o compañeras de trabajo y hermanos o hermanas en la iglesia.
Nunca pretendemos que nos atrapemos con las ofensas que persivimos en nuestras mentes o son reales. En ocasiones ensuciamos nuestros pensamientos con algo de otros que nos daño, pero nos cansamos, nos frustramos cuando la cuenta bancaria no está donde queremos, cuando no hacen otros lo que esperamos o perdemos nuestros trabajos por alguna razón y nos vemos afectados por la vida cotidiana.
Esperamos que las personas sean indulgentes con nosotros, por lo que debemos hacer lo mismo a través del poder de la gracia de Dios.
Dios, ayúdame a recordar que me concedes gracia. Perdonas mis faltas. Ahora dame la capacidad de hacer lo mismo por las personas alrededor de mi vida y en mi mente considerar siempre ser indulgente con otros. Amén