Pero él me dijo: «Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por eso me gloriaré más gustosamente de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda descansar sobre mí. -2 Corintios 12:9 NVI

No estamos tan dispuestos a admitir nuestras debilidades, ¿verdad? Pero lo somos, aún cuando aparentamos o realmente nos esforzamos en cerrar las puertas a nuestro enemigo. Nos sorprendemos, si somos consientes de nuestros pecados y el mismo Espíritu nos contrista o redarguye.
No nos gusta confesar que nos perdemos conduciendo y mucho menos que nos cuesta pedir ayuda para recuperar la ruta. Somos hombres, mujeres, simples creyentes, pastores o los líderes de un negocio, ministerio o de nuestra familia, y la gente cuenta con nosotros.
Podemos hacer esto por nuestra cuenta. Tenemos que pelear solos, bueno si vas directo al trono de Dios en oración, clamor y ruego escuchando lo que tiene que decirte y ministrare; por supuesto. No hay hombre que pueda sustituir lo que la Palabra, presencia de su Espíritu puede hacer en un instante cerca de su poder purificador y renovador.
A veces como ayer, di marcha atrás en un Parqueo saliendo y choque atrás. ¿Derecha? Equivocado y sin mirar mi cámara retrovisor a del auto.
Es hora de que nos deshagamos de esa mentalidad y aceptemos el hecho de que no somos el superhéroe que a veces creemos que debemos ser. Es hora de que nos demos cuenta de que lideramos mejor cuando permitimos que la gracia y el poder de Dios sean evidentes en nuestras vidas.
Somos más fuertes cuando lideramos y vivimos dependiendo de la obra de Dios en nuestras vidas. Como él ha dicho: «Te basta mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad».
Amados hermanos y hermanas, me lo digo a mi mismo primero. Dejemos espacio para que el poder de Dios obre esa fortaleza; al admitir que no podemos hacerlo todo solos.
Dios, perdóname por querer hacer las cosas a mi manera y por mi cuenta. Perdóname por no buscar ayuda cuando la necesito, de otros a veces antes y no de ti primero. Ayúdame a admitir mis debilidades ante ti hoy. Te invito a que vengas y trabajes en mi vida. Amén