Cuando clamas de corazón

Como a las tres de la tarde Jesús gritó a gran voz: «Eli, Eli, lema sabachthani?» (que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»). -Mateo 27:46

Es grandioso cuando exclamamos desde lo profundo del alma. Cuando permitimos que la disposición a rendirnos alcance nuestra alma y dejemos que la alabanza fluya en nuestro corazón entregándonos ante el Rey de Reyes.

Hoy puse unos instrumentales de adoración y fueron bálsamos que unieron mi alma a Dios instantáneamente en forma sobrenatural quebrantándome. Que linda experiencia cuando clamamos a Dios en medio de nuestra fatiga.

Realmente muchos hombres tenemos un problema con el canto en la iglesia o en privado. Rumoreamos que eso es de influencias femeninas llorar o apasionarse adorando y que son canciones de amor insípidas sobre Jesús. La verdad es que nos han informado mal acerca de lo que es la adoración.

El Nuevo Testamento enseña que la adoración es primero una opción para participar. Se supone que es una ofrenda; en otras palabras, debería costar. Entonces está conectado con el poder de Dios en una misión. La misión y la adoración son inseparables.

Quizás el lugar más poderoso para ver esto demostrado fue en la cruz del Calvario. Jesús, colgado de ese viejo árbol de madera, habiendo elegido comprometerse, trajo una ofrenda costosa, su propia vida.

Tomó parte significativamente en la misión misma de Dios. Este Salvador ensangrentado y golpeado, crucificado y moribundo, levantó su voz y cantó en adoración. Adoró a su padre con el Salmo 22.

Hombres, si alguna vez dudaron de la masculinidad de la adoración, el hombre Jesús, colgado de los clavos de una cruz, encuentra dentro de su corazón el deseo de cantar alabanzas a Dios.

Todos deberíamos clamar desde el corazón, no pongamos excusas. Hagamos una pausa y rindámonos ante la adoración para vivir apasionados y alegre.

Señor, me arrepiento de mi actitud apática, distante o desapasionada de adoración. Perdóname por no derramar sobre tu cruz mis cargas, lágrimas y desde mi cruz. Ayúdame a comprometerme y adorarte más constante, apasionada y profundamente.

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