
2 Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, mencionándolos en nuestras oraciones, 3 teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre su obra de fe, su trabajo de amor y la firmeza de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo. —l Tesalonicenses 1:2-3
Ayer a terminar el servicio como usualmente hago, envié mensajes de gratitud a varios hermanos y hermanas. Por traer el café, hacerlo y compartir testimonios, por dirigir la alabanza, etc. Una de las hermanas me contestó “Gracias pastor, estamos dando la milla extra”. Esto solo es gracias a su relación comprometida con Dios, el amor que tienen por la casa de Dios y por hacer la misión que nos ha dado el Señor.
Hoy vemos en este pasaje a Pablo agradeciendo a Dios por los creyentes en TesaIónica. Es particularmente interesante ver lo que Pablo agradece.
El agradece por el trabajo que han producido por la fe, por el trabajo impulsado por el amor, y resistencia inspirada por la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
Su relación con Cristo influyó en sus vida diaria, y Pablo lo notó. Cuando permitimos que nuestra relación con Cristo tenga un impacto en toda nuestra vida, nuestra motivación cambia.
Vivimos nuestra vida guiados por nuestra fe en Cristo. Comenzamos a servir a los demás por un amor que hemos recibido primeramente por la gracia de Cristo. Y tenemos la motivación para continuar el trabajo, incluso cuando es difícil, debido a la esperanza de eternidad que tenemos en Cristo.
Cuando tratamos de vivir nuestra vida separados de Cristo, nuestro trabajo es solo un trabajo, una obligación que debemos cumplir. Tendemos a desanimarnos sin esperanza. ¿Está tu vida llena de fe, esperanza y amor, o está marcado por el deber y la obligación?
Dios, ayúdame a ser una persona cuya obra es producida por mi fe en ti, y cuyo trabajo es impulsado por mi amor para ti y desde mi relación contigo. Que mi resistencia, perseverancia y fidelidad siga siendo impulsado por la esperanza para la eternidad que tengo en Cristo Jesús. Amén.