6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. —Filipenses 2:6-8
Si queremos ser triunfadores en nuestra cultura, necesitamos comprometernos para ascender en la escalera del éxito. Pero no importa cuán alto sea que subamos, no importa qué título tengamos, nunca encontraremos nuestro yo mismo «siendo en la misma naturaleza Dios».
Es un honor tener una alta posición de poder, a llegar a tener la gran influencia, pero el desafío se encuentra en cómo usamos la posición. Si tenemos una actitud correcta, buscaremos formas de que la gente supla algunas de sus necesidades. Si tenemos un espíritu de humildad, usaremos nuestra posición de poder o influencia para crear formas de servir a los demás.
Jesús siguió implacablemente el camino de la humildad. Este camino lo llevó más allá de servir a los demás y lo llevó a la cruz.
Comprometernos con una vida de humildad nos llevará al servicio y sacrificio. Cuando elegimos seguir ese camino, nos encontraremos nosotros mismos en buena compañía.
Dios, dame la fuerza para seguir un camino de humildad. Ayúdame a ver mi vida a través de una lente de humildad, así que lo hazme sensible para no perder la oportunidad de servir a los demás. Amén.
Rodolfo Martinez 