Las Siete Palabras. Lucas 23:46
Mensaje de Viernes Santo por Rodolfo Martinez,
Introducción-
- Una gran obscuridad vino cuando los hombres intentaron deshacerse de Jesús. Parece sombrío esto, pero es lo contrario. Es un canto de seguridad que descubriremos si somos capaces de acompañar a Jesús hasta este momento glorioso de su muerte. Vamos a escuchar con atención sus palabras finales.
- Allí está Jesús, muriendo, sufriendo lastimosamente… Así le contemplamos en este Viernes de Pasión… acerquémonos al final de sus palabras con profundo respeto a la agonía del crucificado.

Proposición-
- La muerte es el fin de la VIDA- BIOS, Biológica, pero no lo es de la VIDA- ZOE, La Vida Divina que, en la Cruz continuo en forma espiritual, y es la que hoy nos recuerda Jesús que nos la ha comunicado y dejado a disposición para que tengamos Vida Abundante y Eterna.
- “Mejor es el día de la muerte que el día del nacimiento. Mejor la casa de la muerte que la casa del convite” (7:2). Y añadió el autor de Eclesiastés, “Es mejor el fin de una cosa que su principio” (7:8).
- Estamos aquí para tener la sensación cercana de ese ejemplo de verdadera Vida Plena. ¿Estamos viviendo camino a la vida eterna mientras dejamos en las manos de Dios nuestra vida natural?
El Texto-
- Y Jesús clamo a gran voz: ¡Padre, dejo mi espíritu en tus manos! Estamos en presencia de la muerte real, pero la única verdadera realidad de este drama final es que “en Él estaba la Vida”.
- La Vida acaba de morir. Se trata de la muerte de aquel que es portador de la Vida. Y esa muerte, ¿qué nos dice?
- Esta muerte, nos habla de quedarse dormido en los brazos del Padre de la Vida. Como un niño que antes de dormir repetía esta confianza (Salmo 31:5), pero hoy, no era un susurro, sino con un rotundo grito de victoria de vida eterna.
- ¿Qué nos dice la oración final en los labios de Jesús? “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23:44-46), y, al decir esto, murió. Así nos cuenta el evangelista Lucas.. Cuando dice: “Padre en tus manos”
- Padre significa engendrador de vida, mentor de la vida, amante de la vida. Es ese Dios Padre el que cuando nos ponemos en sus manos empodera de vida.
- Es interesante la palabra “encomiendo”. No se encomienda lo que verdaderamente está muerto. Él se encomienda a la vida eterna y continua la vitalidad de Vida ahora como Presencia Viva.
- Y dice encomendó “mi espíritu”. En la muerte del crucificado se afirma la vitalidad del espíritu de Dios. Ese espíritu se refiere a los valores espirituales y éticos que cultivamos en la vida. Valores trascendentes en su vida que se hace necesario encomendarlos y por eso nos acompañan hasta hoy.
- Por eso los valores que hemos cultivados por Jesus el Cristo, no deben terminar encerrados en una tumba, y para ello se hace necesario encomendar su custodio y perpetuación a alguien a quien podemos llamar Abba, es decir Papá, Padre.
- Ese Padre que nos acompaña en la vida, que late con un amor infinito, con un corazón de amorosa ternura, un corazón de Padre que a todas horas está latiendo por nosotros, y especialmente en el momento de la muerte.
- Eso es lo que dice el hombre en la cruz en su agonía final: “Padre, Padre, Papá, en tus manos encomiendo y empodera mi espíritu hasta la eternidad”
Conclusiones-
- Ese es el mensaje de esta palabra. Un canto de seguridad y esperanza. Una afirmación de fe. Una entrega de los valores que hemos cultivado en la vida.
- Es la invitación a encomendar desde ahora al Padre Eterno, lo que es puro, noble, digno, decoroso, honroso, honorable, justo.
- Es el reto a formarnos más a su “imagen y semejanza”, día a día, hora a hora, a todo lo largo de los años mientras vamos camino al cielo y vida eterna.
Que a cada instante de nuestra vida y, de manera única, a la hora de nuestra muerte, podamos escuchar y repetir, junto con el crucificado nazareno: “Padre, Papá, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Que Dios te bendiga.