El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. —Juan 10:10 RV60
Hay temporadas de la vida en las que luchamos por sobrevivir. También hay temporadas en las que nos acomodamos en el trance de la abundancia o luchamos por lograr más en la existencia cotidiana. Pero, algo profundo dentro de nosotros, sabe que fuimos creados para algo más que trabajar en empleos y pagar facturas.
Algunas cosa en nuestra alma tiene hambre de algo más que escalar éxitos profesionales o la misma supervivencia. Pero cuando el ajetreo de la vida nos persigue, recurrimos a la gestión de la vida sofocadamente e intentamos infructuosamente controlar las circunstancias.
El camino para salir de esa rutina es seguir a Cristo y aceptar su oferta de vida abundante. Si recibimos la vida que Jesús ofrece, seremos capaces de traer vida a los que nos rodean. Así evitaremos vivir al acecho de lo que nos puede traer desesperanza, desorden y despilfarrar la vida sin propósitos.
Tener algo en abundancia significa tener más de suficiente cada día, es una plenitud interna de paz. Experimentar una vida abundante es mucho más que supervivencia. Vivir abundantemente no solo da forma a cómo vivimos; sino que nos da la forma de para quién vivimos.
Cuando tengamos más vida de la que necesitamos, crearemos sanas formas de producir, emprender, acontecer y regalar nuestras vidas. Derramaremos con alegría nuestras vidas en nuestras familias, nuestros vecinos o los extraños que no conocemos; y aún tendrás más que dar.
Dios, ayúdame a no conformarme con la afanada supervivencia. Quiero enfocarme en mi interior para encontrarme haciendo lo mejor para ti con mis reacciones frente a las circunstancias. Dame un corazón que desea la vida abundante que ofreces. Renueva dentro de mí un espíritu de generosidad para que pueda dar vida con alegría a aquellos a mi alrededor. Amén.
Rodolfo Martinez 