RUTINAS

– Jesús le dijo: «Todo el que bebe de esta agua lo hará volver a tener sed, pero quien beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un manantial de agua que brota hasta la vida eterna». —Juan 4:13-14 ESV

Nuestras rutinas diarias pueden condicionarnos a una vida limitada y cómoda. Nos conformamos con ritmos repetidos y esperamos que nuestras vidas den algún cambio. Día tras día, mes tras mes, año tras año, vamos al encuentro de la vida en las cosas que satisfacen sólo nuestras necesidades inmediatas y deseos. Nuestros corazones anhelan mucho más, pero nos conformamos por mucho menos.

Con demasiada frecuencia vivimos para alcanzar lo temporal, pero Cristo nos invita en la vida a buscar algo más que nuestras almas anhelan.

Si permitimos que Jesús distribuya nuestros patrones diarios de vida, podemos desarrollar los ojos para ver la vida alternativa que Cristo ofrece. Una vida que satisface más allá de nuestras necesidades y deseos temporales. Una vida que genera más vida abundante. Una vida que aporta luz a nuestro trabajo y a nuestro propósito. Una vida que se extiende a nuestras familias, relaciones y amigos.

Jesús rompió la rutina para llegar y darle a esta mujer una oportunidad de vida diferente. Salió de su rutina geográfica confortable y pasó por Samaria, cruzó a propósito por ese territorio. ¿Por qué era necesario que Jesús pasara por Samaria?. Porque Jesús tenía una cita divina esperándolo. Así que, a pesar de que los judíos odiaban a los samaritanos, Jesús se salió de la rutina cultural.

Pero además súpero las barreras sociales y se creció como caballero rabino quebrando un código moral de la época. No importó el ser un hombre que no podía hablarle en público a una mujer o a esta clase de mujer de mala reputación. Así que, nos preguntamos: ¿Cuáles rutinas deberíamos evaluar y cambiar que nos privan recibir vida rebosante y ser rios de vida para bendecir a otros?

Cuando confiamos en Cristo, nunca necesitaremos buscar satisfacción fuera de nosotros mismos, porque Jesús, vive en nosotros, proveyendo toda necesidad emocional y espiritual. Los placeres de este mundo no pueden satisfacer los anhelos más profundos de nuestra alma.

La corrientes y culturas opresivas de este mundo no deberían condicionarnos para fluir, distribuyendo nuestra rutina con la vida abundante y sin barreras que Dios nos ofrece.

Dios, ayúdame a encontrarte más allá de mis rutinas diarias. Interrumpir mi comodidad y superar mis propias barreras para que estar abierto a recibir la vida que gentilmente ofreces. Hazme un canal de gracia para otros aun saliéndome de mi territorio de confort y rutina para refrescar sus vidas. Moldea mi corazón para que yo desee más las cosas eternas que pones delante de mí. Amén.

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