«Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino a ser servido, sino para servir, y para dar su vida como rescate por muchos». —Marcos 10:45

El llamado de nuestra cultura es motivado para subir la escalera del poder y autoridad. Muchas personas encuentran su propósito de vida en esa búsqueda de subir posiciones.
Premiamos las promociones y nos definimos por los títulos que poseemos. Usamos a otros para obtener lo que queremos e invertir en relaciones sólo si nos beneficia hacerlo. Sin embargo, Jesús tenía un camino diferente al de posicionarse de poder y de nfluencia manipuladora. El camino de Cristo fue pavimentado con la enseñanza del servicio y sacrificio. Jesús no sólo sirvió, sino que también fue un siervo.
Todas las acciones salieron de su carácter, de quién era. Hacia que otros fueran incrementado en su valor de dignidad, creatividad, originalidad y sagrada identidad ante Dios.
Las posiciones de poder y autoridad son posiciones honorables si están sujetas al enfoque de enseñar y vivir el servicio al estilo de “lavar los pies”; que Jesús ejemplificó.
Mantener, sin embargo, la actitud de un ilegítimo derecho colonizador, capitalizador, controlador, etc por tipificar actitudes negativas de liderazgo; que viene con esas posiciones, es algo que tenemos que dejar de lado.
Cuando decidimos tomar el camino de Cristo, buscando servir y sacrificarnos por el bien de los demás, así crearemos una cultura que refleje el carácter y valores del Reino de Dios.
Dios, dame los ojos para ver las formas en que puedo ser un siervo o sierva hoy. Dame el coraje para entrar en esas oportunidades de servicio que añaden valor a otros. Ayúdame a desarrollar el hábito de ayudar a los demás, para que así el servicio y el sacrificio se conviertan en un ritmo natural de mi vida. Hazme alguien que se enfoca en influenciar dando lo mejor de mi servicio sin esperar nada a cambio y no buscar posiciones para mal usar mis dones. Líbrame del orgullo y vanidad de esta cultura narcisista y afírmame en tu carácter e identidad. Amén.