Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. —Mateo 9:36
Compasión por otro crece cuando entendemos su historia. Une la mente y el corazón con empatía. Podemos ver entonces las circunstancias que rodean una situación, pero cuando nos sumergimos en ese contexto, nuestro corazón se involucra y la compasión brota.

Compasión significa «sufrir con». Tener compasión por alguien, sus problemas se convierten en nuestros problemas. Su dolor se convierte en nuestro dolor.
Jesús vio a las multitudes, y también conocía su situación. La compasión era su reacción natural. Cuando vio el personas acosadas e indefensas, tuvo compasión a primera vista.
Sus circunstancias tal vez en algunos casos no cambiaron en ese momento, pero en sus historias si hizo un impacto. Jesús entró en su lucha en ese momento, haciendo suyo su problema.
Estamos llamados a ser personas de compasión, no de juicio. Si nos tomamos el tiempo para entender las historias de aquellos a quienes servimos, la compasión estará cerca. Si enseñamos a nuestros hijos a tener compasión a primera vista, podemos ayudarlos a ver más allá de ellos.
Si buscamos extender la gracia a los necesitados, la compasión se convertirá en una parte natural de nuestras vidas.
Dios, llévame a una vida de compasión. Dame ojos para ver las necesidades de los que me rodean. Interrumpe mi comodidad y dame el valor para responder con compasión. Amén.
Amén así es, hay tanta necesidad tantas personas que están necesitando una palabra de aliento. Interrumpe Señor nuestra comodidad para servir a otros.
Me gustaMe gusta