“Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. —Nehemías 1:4
Todos alguna vez experimentamos algo fuerte en nuestras vidas que nos duele o acongoja profundamente.

¿Que reacción haz tenido frente a lo que te dolió profundamente?
Por lo general, vemos estas experiencias como negativas, y a menudo lo son, entendiendo la vida natural, cultura caída y retos relacionales. Estamos en un camino de pruebas constantes, que tenemos que enfrentar en diferentes momentos o ciclos de la vida.
En este mundo real nos van a dañar, herir, tendremos contratiempos, nos sacudirán malas noticias, nos decepcionaremos, y toda clase de pérdidas llegarán en todas formas y tamaños. Veremos golpes en los flancos de cada área de nuestra vida, finanzas, salud, relaciones, emocional y muchas más; eso está garantizado.
Lo que no está garantizado es el modo en que usted reacciona ante todos esos desafíos. Pero también estás tienen el poder de impulsarnos en una nueva perspectiva que puede cambiar drásticamente cómo reaccionar hacia la acción y salir de los momentos inevitables más oscuros de la vida.
Una encuesta rápida de la historia muestra que los hombres quienes han afectado más positivamente al mundo se han conmovido a la acción por alguna necesidad grave, algo que rompió su corazón.
Nehemías es un ejemplo. Cuando se enteró de la destrucción de su ciudad natal, su corazón fue roto y eso llevó a Nehemiah en una visión para regresar a su ciudad natal y trabajar en su restauración.
Examinó el problema y entendió que había una gran y fantástica oportunidad de hacer una transformación. Pidió ayuda, trazó su plan, reunió a la gente para ayudar a restaurar los protectores muros y estructuras. Arranco el proyecto desde cero y perseveró a través de los desafíos. Y esto, aún cuando la gente se burlaba de sus esfuerzos o llegaron los enemigos disfrazados con desmotivación. Pero él atravesó el momento difícil y ofreció el regalo más valioso de todos a otros: esperanza. Todo esto sucedió porque su corazón se rompió cuando escuchó algunas malas noticias.
Pero ahí está la enseñanza, la vida es un aprendizaje constante y lo que quiebra, daña o presiona tu corazón es la oportunidad para utilizarlo en aprender cómo seguir siendo alguien mejor.
Entonces, ¿qué se acerca a tu vida o se ha acercado para romperte el corazón? ¿Es una situación a nivel personal, familiar, relacional, financiero, emprendedor, empleador, empleado, administración, profesional, amical, comunitario, social, etc?
¿Necesitas una buena influencia de un mentor que te rete a amarte y armarte adecuadamente con tus herramientas de supervivencia ofensiva y listo para vencer esa pérdida o presión que te acongoja?
¿Tienes algún centro de disciplina espiritual como meditación, escribir, ayuno, oración, silencio, etc donde afirmas el control y victoria sobre tu mente, cuerpo, corazón y alma? ¿Estas adecuadamente armándote de fe, visión, actitud y valor para que las pérdidas no te venzan y saques algo que vale la pena de aprendizaje y de los malos momentos?
Las pruebas en resumen, de dolor y pérdidas Dios las permite o como entiendo, es parte de la vida de todos los seres vivos, las tendremos que enfrentar sí o sí para que conozcamos más la gracia, bondad y amor de Dios.
Cuando seas capaz de responder a esas preguntas, puedes, como Nehemías, ser enviado a la acción. Y creo que lo estás si confías constantemente y entregas tu vida a Dios.
Padre, ayúdame a tener un corazón que se rompa por las cosas que te rompen el corazón. Ayúdame entonces a saber qué hacer para salir con una nueva visión y mantener el control de mi mente, cuerpo, corazón, alma reaccionando con aprendizajes nuevos para vencer los malos momentos. Amén.
En mis momento de desanimo y dolor es que he descubierto tesoros espirituales del cuidado paternal de Dios.
Me gustaMe gusta