AFIRMACIÓN

– Así que Jacob llevó la comida a su padre. «¿Mi padre?», Dijo. «Sí, hijo mío», respondió Isaac. «¿Quién eres tú, Esaú o ¿Jacob?» —Génesis 27:18 RVR

Isaac siempre había preferido a su hijo mayor, Esaú, que a su menor hijo, Jacob. Después de todo, Esaú podía cazar y poseía otros atributos masculinos. Mientras tanto, Jacob pasaba el rato en casa y también fue un poco confuso, mientras que Esaú era más simple. La inclinación afectiva de Isaac, su corazón gravitó hacia su hijo mayor. Cerca del final de la vida de Isaac, Jacob en un esfuerzo loco por tomar la herencia de Esaú, vestido parecido como su hermano mayor engañó a su anciano padre.

Jacob fue un poco vivo, furtivo, pero ¿te imaginas saber que eres segundo a tu hermano cuando se trata del amor de papá? Es decir difícil de tragar ese malestar afectivo y de reconocimiento.  A pesar de que esta situación es de alguna manera poco descabellada,la experiencia nos recuerda lo común que es.

Muchos de nosotros vivimos con una vacante de afirmación, un rechazo o amor dañado en un lugar donde no recibíamos como nosotros hubiéramos  deseado. Otros de nosotros podemos derivar hacia preferir uno sobre otro a partir de determinadas diferencias o perspectivas relacionales, como Isaac.

El truco es recordar que sentimos la necesidad de amor, o cuando sentimos la gravitacional balanza de la preferencia, necesitamos recordar a Dios. El nos dio a su único Hijo para que nos llamen sus hijos e hijas. Eso es un amor que puede sanar las vacantes de afirmación y espacios de distancia que barreras nos ponen. Ese es un amor que proporciona un ejemplo de cómo dejar que nuestro amor se derrame a todos en nuestro hogar, hasta al extraño  de la familia, el fulano desconocido o extranjero distante.

Padre, enséñame tus caminos. ¡Ayúdame a amar como tú! Yo quiero conocer tu amor por mí mismo y transmitirlo a mi familia, al otro y al que necesita ser afirmado. Amén