Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera ser mi los discípulos deben negarse a sí mismos y tomar su cruz y sígueme». —Mateo 16:24

Seguir a Jesús es un camino de gran alegría, pero también de verdadero sacrificio.
A menudo, cuando escuchamos la palabra sacrificio, pensamos en tal vez un campo misionero o regalar una gran cantidad de dinero. Eso estaría bien, y es a veces a lo que Dios nos está llamando a hacer. Pero más a menudo, el sacrificio aparece cuando te despertaste a las 3 a.m. para atender a un niño enfermo, tomarse un tiempo de su noche para reunirse con la familia y hablar sobre lo que disfrutaron del día, u orar con un hijo o hija antes de la escuela. El sacrificio de dar de tu tiempo, energía y amor o generosidad a otros sin esperar nada a cambio. Estos son los pequeños sacrificios que, cuando se practican a través del curso de años, nos llevan a cosechar las mayores recompensas.
¿Cuál podría ser tu «cruz»? ¿Hoy? ¿Cómo puedes tomarla y, al hacerlo, seguir a Jesús?
Padre, ayúdame a estar listo para sacrificar mi tiempo y energía para los más cercanos a mí. Deseo que pueda amar como amas. Dame fuerzas para hacer esto. Amén.